Escot- Laruns
En la bajada del Marie Blanque, parar en el avituallamiento para llenar bidones y comer algún gajo de naranja que suelen poner, y algún trozo de plátano.
Hemos llegado a Escot, “La puerta de la agonía”. En esta pequeña localidad comienza la Marie Blanque. Nueve kilómetros de ascensión con unos cinco primeros kilómetros más que soportables, carretera estrecha y gravilla. Es una sauna natural, debido a la gran cantidad de vegetación. Un pequeño microclima, en el que vas a sudar de lo lindo. Los últimos cuatro kilómetros son una pared. El primer tercio cabecero de la marcha, suben sin bajar de la bicicleta. A partir de aquí, la gente va echando pie a tierra y los grupos más rezagados suben andando. Si puedes, evítalo porque quizás no puedas volver a montar debido a la gran cantidad de ciclistas y se te irá la bicicleta hacia atrás.
Un consejo: Si no estás muy en forma, llévate un cubre calas de goma por si vas a echar pie a tierra. No será el primero que al llegar a la cima e intentar encajar la cala, se ha dado cuenta que la ha volatilizado debido al rozamiento del asfalto.
La bajada del puerto no es que sea muy vertiginosa en un primer momento, pero si peligrosa por curvas muy pronunciadas. Al final saldrás a unas praderas, para encontrarte con un súper avituallamiento. Fíjate donde “tiras” la bicicleta, porque igual no la encuentras después, debido a la gran cantidad de gente que para en él.
Una vez decidas reemprender la marcha, comienza la segunda parte del descenso. Peligrosísimo. Son unos kilómetros con porcentajes superiores al 10% y con curvas de ciento ochenta grados. Se encuentran voluntarios avisando, pero la gente entra muy fuerte en la curva y hay muchas caídas, algunas muy serias.
Al terminar el descenso llegamos a una rotonda para dejar atrás Bilherès y dirigirnos a Laruns. Son aproximadamente unos diez kilómetros de recta que dependiendo de cómo sople el aire, te va “horneando” para dejarte a punto de caramelo en el Portalet.
Laruns/Alto del Portalet (El juez para que consigas un buen tiempo o te hundas)
Al paso por Eaux Chaudes, que se encuentra a los 7km de comenzar el Portalet, comer un gel o barrita. Una vez pasada la presa de Artouste y antes de las viseras, comer de nuevo y llenar bidones en el avituallamiento.
Al llegar a la localidad de Laruns somos desviados por un extremo de la misma, para no entrar por el centro del pueblo. Debes tener cuidado porque hay alguna alcantarilla y agujero por donde vas a pasar. Nos incorporaremos a la carretera que da acceso al inicio del puerto. Empezarás a tomar una curva a derechas en sentido ascendente. Además verás que suele haber bastante gente animando en ese punto. Atravesarás un túnel corto pero oscuro. Suele haber agua en la carretera en ese tramo debido a filtraciones. No hay peligro porque vamos subiendo, aunque muy suavemente. El puerto son veintinueve kilómetros. Hasta la localidad de Eaux Chaudes el puerto es muy suave. Casi ni se podría considerar puerto. Son unos primeros siete kilómetros muy llevaderos. Nada más salir del pueblo, aunque veas que la carretera “tontea” con subir, no te preocupes que es algo muy suave y a continuación, incluso vienen zonas de descenso. Así hasta que veas una casa a mano derecha y una fuente, donde verás cómo se pone la carretera en seria subida y no dejará de hacerlo hasta la localidad de Gabás. Hasta entonces apenas hay algún descanso. Tampoco te creas que vas a tener, al llegar a Gabás, unos kilómetros de respiro. En este pueblecito tendrás un kilómetro escaso para soltar tensión en las piernas y relajar. A continuación, viene una curva a derechas e izquierdas, donde irá “agarrándose” cada vez más hasta llegar a Artouste. Al paso por el centro de la localidad, la rampa es seria y no aflojará hasta tomar la curva de la Presa. Te toparás con un muro de contención de la presa, punto donde girarás en curva ascendente a derechas y luego a izquierdas hasta pasar por debajo de unas viseras de hormigón, donde podrás recuperar. Será llano e incluso ligeramente favorable hasta llegar al avituallamiento. A partir de este punto, empezarás a subir la zona más dura del puerto. Los dos o tres primeros kilómetros después del avituallamiento moverás el desarrollo con soltura e incluso si tienes tu minuto de gloria, meterás plato. Según te vas acercando a las viseras de hormigón y que nos protegen de los desprendimientos y donde seguramente caerán cascadas de agua, el porcentaje no bajará del 7%. Además es una zona bastante abierta, salvo el paso por debajo de las viseras, y a la hora que pasarás el calor hará de las suyas, si el día así lo decide. Como llegues “tocado” a esta zona te puede caer una minutada. Aquí es donde tienen que salir a relucir las horas de fondo. La carretera apenas hace movimientos hasta que llegues a una visera que pone 2008 en su entrada. Girará a derechas 90º para que transcurridos pocos metros, vuelvas a girar a izquierdas y afrontar la última parte. Del kilómetro dos al final del puerto afloja bastante la pendiente, salvo los últimos quinientos metros del puerto pican bastante pero ni te enterarás. Verás tal cantidad de gente y recibirás tantos gritos de aliento, que alucinarás.
Alto del Portalet- Biescas
Al paso por Escarrilla, comer de nuevo y suficiente hasta la llegada
Ya estamos ante los últimos cincuenta kilómetros de marcha. Nuevamente nos encontramos ante la bajada de un puerto,con el peligro que conlleva. Debes añadir que a estas alturas los reflejos no serán los mismos y tardarás más tiempo en reaccionar ante algún imprevisto. Al poco de iniciar el descenso encontrarás una rotonda. La pendiente es fuerte, por lo que cuidado no te pases de velocidad al entrar en ella. Dejarás el desvío a Formigal y aún tendrás que subir un repecho importante antes de afrontar otro tramo de fuerte bajada. Así llegarás al túnel de Escarrilla, prolongado pero con buena iluminación. Al salir del túnel ya nos encontramos atravesando el pueblo. No dejamos de bajar con velocidad porque la bajada continua. Al poco de salir de la localidad encontraremos en un cruce a un voluntario de la organización que nos obligará a girar hacia la izquierda. Nos van a dar el postre del día. La carretera se estrechará y llanearemos un poco, algún tramo ligeramente ascendente, hasta que nos desviemos a la derecha para tras una bajada entrar en el Pueyo de Jaca. Atravesaremos el pueblo por un suelo adoquinado y a la salida haremos incursión en terreno apache. A la derecha nos va a ir acompañando el embalse de Lanuza y rodaremos en un asfalto con bastante gravilla. Es un terreno más bien llano y en la que se rueda rápido. Llegará un momento en que girarás a izquierdas y la carretera se adueñará del 10% durante dos kilómetros. Volverás a tomar otra curva, esta vez a izquierdas y verás al final de donde parece acabarse la subida, una caseta. Es un mirador donde el turista disfruta de las vistas. En ese punto el asfalto se convierte en hormigón hasta terminar los últimos quinientos metros de puerto y entrar en el pueblecito de Hoz de Jaca.
Ahí tendrás agua para avituallarte y ánimos de los habitantes del lugar. Nada más atravesar el pueblo, comienza una bajada vertiginosa y peligrosísima. Cuidado que aquí “las galletas” son de preocupar. Un cóctel compuesto por cansancio, gravilla, porcentaje de desnivel de más del 10% y curvas muy cerradas. De todas las formas en todas ellas al igual que a lo largo de todo el recorrido, encontrarás a voluntarios advirtiéndote del peligro. Al final del descenso, corto pero intenso, girarás a la derecha y entrarás en un túnel, con la carretera picando ligeramente hacia arriba. Cada vez un poquito más hasta llegar al empalme de la carretera general, donde encontrarás a un agente de la benemérita dándote paso para que gires a la izquierda y… ¡sorpresa! Te das de narices contra un repecho corto, duro y que a esas alturas de la marcha hace que te abrasen las piernas. Hay quién pierde el grupo y tiene que esperar a que lo recoja el siguiente. Pero si vas con la calculadora para entrar en tiempo del diploma que buscas, aprieta los dientes y “muérete” porque si dejas que se marchen, quizás estés diciendo adiós a tu reto. A partir de culminar el repecho, comienzas una rápida bajada, hasta que llegues a dejar a la localidad de Biescas a tu derecha.
Biescas- Sabiñánigo. La lucha contra el reloj
Aquí es donde el terreno es más bien llano, con apenas cambios de desnivel. Aquí es donde los paquetes vuelan en busca del diploma soñado y donde los mosqueos son continuos porque la gente no quiere pasar al relevo. Algunos van haciendo la última exhibición porque tienen fuerzas, otros van acalambrados, medio pajarones y aún hay quien tiene ganas de atacar para hacer el tres mil quinientos sesenta de la general.
Lo único reseñable en este trayecto es que debes guardar la concentración porque hay quien va con el gancho, justo de fuerzas y cualquier maniobra extraña puede acabar en montonera. No será la primera vez que se produce en el último kilómetro una caída.
Suerte y por favor, no tires desperdicios al suelo durante el recorrido.
Una vez mas, gracias Chema por tu calaboracion con este blog.