miércoles, 13 de febrero de 2013

"MI TITAN DESERT" CAPITULO-4

¿Cómo fueron las horas previas a la prueba?

Todavía recuerdo, como si lo viviese mientras lo escribo, la sensación de nerviosismo e intriga que nos embargaba mientras hacíamos, el día anterior al viaje, los últimos preparativos en casa de Diego, en Madrid. Pasamos las horas finales de la tarde revisando el equipo – ojo con los pasaportes, que no se olviden - , comprobando los GPS, mirando y remirando la cartografía, repartiendo los equipamientos, metiendo todo en las bolsas. Al final, la cena, recordando los principios básicos de nuestra estrategia: ir de menos a más; el primer día piano piano, y a partir de ahí ya veríamos.

A la mañana siguiente, en el aeropuerto de Madrid, nos fuimos reuniendo un gran número de los participantes que ibamos a la carrera. Y ahí es donde ya tomamos contacto todos los que bajabamos desde Cantabria. En total fuimos siete. Entre ellos, los más conocidos para la mayoría son Litu y Chisco, pero había otros cuatro de la zona de Boo. Y lo que son las cosas, Chisco y yo, que somos los dos de San Vicente del Monte, y que no nos veíamos desde que él era un crío, ¡nos vamos a encontrar allí, en el aeropuerto con destino a Errachidia¡.

De Madrid dimos el salto al aeropuerto de Errachidia, y un autobús antediluviano nos trasladó hasta una Kasba, a más de cien kilómetros, donde estaba montado el campamento base. El trayecto ya nos fue enseñando en buena parte lo que ibamos a ver en detalle en los días siguientes. Grandes planicies de color ocre, algunos montículos en un horizonte lejanísimo, y, repentinamente, valles largos y verdes  llenos de millares de palmeras. En sus bordes, como grandes desguaces, pueblos pobres, mal organizados, a medio hacer. España de provincias hace 30 años o más. Realmente todo nos era muy llamativo y nos parecía precioso.


En el campamento, lo primero fue recoger dorsales y equipo, luego ubicar nuestra jaima, soltar trastos, y lo siguiente fue localizar y montar las bicicletas, ayudándonos unos a otros. Aquí hago una recomendación a los que piensen ir, y es que todas las piezas, incluyendo las pequeñas, se fijen mediante bridas o cinta para evitar la pérdida por causa de alguna rotura en la caja. En mi caso, hubo que buscar un separador de la potencia. Menos mal que tuve la ayuda de Litu, que conocía a uno de los mecánicos, porque en su día había corrido con su hermano o algo por el estilo y nos atendió de lujo.

Luego, dejamos las bicis en el parking, y pasamos el resto del tiempo comiendo, bebiendo, conociendo a otras gentes, especialmente a los máquinas, charlando, y asistiendo al primer briefing donde nos contaron ya de que iba la Titan y, concretamente, de que iba la primera carrera.

Hago un paréntesis para decir que éramos en total unos 400 competidores, y destacar que había unas 40 chicas, todas ellas con pinta de cañeras. Como dato diré que de los 400 llegamos al final 350, más o menos. Esto apoya mi afirmación de que la dureza de esta prueba es relativa, si bien es verdad que la gran mayoría de los que fueron andaban más que bien. Otra cosa es la destreza, de la que hablaremos en algún momento.

Finalmente, nos fuimos pronto a nuestra jaima y nuestras arenosas camas, donde nos esperaba un lío tremendo de desempaquetado de bolsa, en muy poco espacio, con la preparación de la ropa para el día siguiente, la colocación de los dorsales, la preparación de las cremitas para tenerlas a mano, el mirar y remirar el roadbook, y todas esas cosas que haces cuando estás tan nervioso que pareces un ratón girando como loco en la rueda.

En resumen, listos para la guerra que se iba a desatar a la mañana siguiente.
 
Mañana la primera etapa Ø  ¿Y cómo fueron las carreras?





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