Ø ¿Y cómo fueron las carreras?
Como os decía, fueron seis
etapas, cada una de ellas con su singular tipología y desarrollo. A
continuación os relato, de forma lo más resumida que me ha sido posible, pero
con un mínimo de detalle, las cosas que me parecen de interés, más ciertas
anécdotas curiosas, una a una:
Ø Primera
etapa:
La primera etapa estuvo marcada
por las dunas. Contra todo tópico - al menos el que yo mismo tenía en mí cabeza
- las zonas desérticas no son sólo arena y dunas, y resulta que en algunas
extensiones ni siquiera son mayoritariamente de arena. De hecho, esta etapa se
desarrolló en un punto muy concreto - Merzouga – porque es donde se localiza un
“lentejón” de dunas de unos 30 km de largo por un ancho variable de 10 a 5 km.
Las atravesamos por la parte estrecha, y debo decir que son simplemente majestuosas.
Es como perderte dentro de un mar embravecido, pero con gigantescas olas de
arena. Sólo por ver esto ya mereció la pena bajar a Marruecos, os lo aseguro.
Eso sí, las dichosas dunas son muy
duras de pasar. Milton Ramos, con la Fat-bike, las atravesó sobre la bici como
un tiro. Nosotros, como lagartijas, arrastrándonos. Los chavales de los pueblos
cercanos nos siguieron en motos y en bicis por las dunas, sin demasiados
problemas, por cierto. El que sabe, sabe. Se lo pasaron bomba.
Después de las dunas vinieron kilómetros
de pistas para rodar bien. A Milton lo fundieron. Mucha rueda para poder ir
rápido, a pesar de que, nada más salir de las dunas, les dio presión de aire a
tope. Luis Leao Pinto y Heras le dieron una pasada - que se puede ver a ojo de
helicóptero en los resúmenes - que casi le
arrancaron el bidón y una zapatilla.
A medida que nos adentramos en
las pistas por zonas más interiores comenzamos a ver a las primeras familias
nómadas, dedicadas al pastoreo de unas ovejas negras y peludas. Viven en casas,
más o menos ruinosas - realmente son más bien chozas - que amplían con jaimas
adicionales. Los críos, normalmente varios y de edades cortas y muy cercanas,
se agarraban de la mano y nos miran como si estuvieran viendo algo absurdo,
tanto en el aspecto como en el sentido. Lo entiendo, ver gente mayor,
extrañamente vestida, y haciendo extrañas cosas tiene su aquel.
Luego, vinieron las primeras zonas
de campo través que hicimos, duras de rodar porque estaban llenas de piedra
menuda. Y así hasta la llegada al segundo avituallamiento, situado en un punto
alto, donde unos simpáticos chavales estuvieron intentando vendernos
dromedarios hechos a mano – no llevábamos dinero - y alucinaron con las
bicicletas. Las sopesaban, y las comparaban con las suyas, que parecían las de
nuestros padres.
Continuaba la etapa con una bajada
larga por senderos y más pistas, bordeando un par de poblados, hasta llegar de
nuevo al mismo punto de salida.
La etapa se recortó de los más de
100 kilómetros hasta los setenta y pico a consecuencia de una tormenta de arena
del día anterior. Nosotros hicimos la jornada intentando cuadrar ritmos y con
la filosofía de no pasarnos de la raya, porque había que aguantar otros cinco
días. Llegamos bastante bien, relajados, y estábamos a media tabla.
Por cierto, que al Llegar al
campamento nos encontramos con la debacle: Chisco había fisurado el cuadro de
la bici a la altura de la inserción de la tija del sillín. Desaliento total,
pensando en que se había acabado la cosa antes de empezar. Pero lo que él no
contaba es que estaba entre varios ingenieros. Cinta americana, unas bridas,
conocimientos básicos de resistencia de materiales, y el cuadro revalorizado de
golpe. Aguantó perfectamente los cinco días restantes. Cada vez que le preguntábamos
¿retocamos las bridas?, él nos respondía ¡ni la toquéis, que va como Dios!.
Bien, bien, y, además, mira tú por
donde, estábamos segundos en la general de Corporate a quince minutos por
detrás del equipo Pharmaton y a otros quince por delante del Zurich.
El miercoles 20, nos contara la segunda etapa.
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