miércoles, 20 de marzo de 2013

"LA OTRA TITAN"- "LA GENTE DE LA ZONA"


  Los críos y las gentes de la zona
Bien, me gustaría hacer una referencia a los niños, porque es una de las cosas que más huella me dejó, o mejor diría, que nos dejó a todos, en general. Y no pretendo caer en la tentación de transmitir la idea de que están mal atendidos o desnutridos, porque no es así. Sencillamente viven en un ambiente en el que las necesidades y las prioridades, consecuencia de su bajo poder adquisitivo y de su desarrollo cultural, son totalmente distintas a las nuestras.
También es cierto que percibí una gran diferencia entre los niños de los poblados – más al día - y los que vivían en las montañas o en puntos más o menos aislados. Los críos de las montañas eran los más llamativos. Lo típico era ver familias con tres o cuatro niños de edades escalonadas, cuidando ovejas o dromedarios. Tenían una estampa tremendamente singular, normalmente con el pelo enmarañado y muy negro, muy morenos de piel, vestidos con cualquier ropa y, en general, descalzos. A pesar de esta sensación de precariedad su aspecto era saludable, sin ninguna duda, y me parecieron además realmente simpáticos.


La reacción que yo sufrí, y la que sufrimos todos, es a mí entender la consecuencia de establecer la comparación entre la forma de vida de estos niños y la de los nuestros, o yendo más lejos aún, la comparación con nuestro modelo de vida, en un término más general. Para nuestra forma de ver las cosas, como país desarrollado y consumista de primer nivel que somos, ellos viven en un mundo de privaciones intolerables. Probablemente reciban una educación muy centrada en sus costumbres y sus tradiciones, pero mínima o inexistente en otros ámbitos, y además estén atados a un mundo que adolece de recursos materiales que para nosotros son ya, simplemente, de primera necesidad.
Lo cierto es que la comparación entre nosotros y ellos me hace retrotraerme a mi niñez, en el pueblo, hace ya cuarenta años. Y, aun así, están muchísimo más atrás en el tiempo. A veces, acordándome de la niña que está a la izquierda de la foto, y con la que estuve sentado unos momentos, pienso que a más de uno, grande o chico, nos vendría bien estar una temporada allí para darnos cuenta de cuál es la esencia de las cosas, relativizar. Incluso pienso que mi reacción fue más por una sensación de culpabilidad, de lo que nosotros tenemos de más, que no la sensación de compasión por lo que ellos tienen de menos.
En las poblaciones los críos ya eran, salvando las distancias, más normales a nuestros ojos. Aun así, me sorprendió también bastante, aunque reconozco que es más de lo mismo, ver a las niñas más mayores - de más de, quizá once años - bajo los típicos atuendos ya de mujer y que las cubría casi completamente. Recuerdo que reflexionamos, mientras pedaleábamos, que las antiguas costumbres les arrebataba la niñez excesivamente pronto. Pero, bien pensado, ¿no es lo mismo que nos pasa a nosotros con nuestros hijos a consecuencia de la modernidad de las nuestras, del consumismo?. Bueno, no ahondaré más en estos asuntos, porque creo que son el punto más personal de la experiencia, y pueden herir sensibilidades.
Sí tengo que añadir, con referencia a las gentes, y aunque ya he comentado algo, que me parecieron en general educados, hospitalarios y generosos. Bien encarados, normalmente sonrientes y tranquilos. Sólo sé de una mala reacción - que me contaron, no lo vi directamente -  y fue porque en un pueblo Litu y Chisco atravesaron una huerta, a todo trapo, sin darse cuenta de lo que era hasta que estaban dentro y ya no había vuelta atrás. La verdad es que como todo es marrón no hay quien se entere. Aunque parece que el origen del desastre fue que los críos habían cambiado algunas banderolas. Eso demuestra que los niños son, en ese sentido, iguales en todas partes.
Bromas aparte, lo que sí es cierto es que una cosa me sigue intrigando, y es que no tengo aún muy clara la base de su economía. Cierto es que hay muy buenos hoteles, orientados a un turismo creciente que va hasta allí a conocer el desierto, sus habitantes y sus poblaciones, algunas de ellas catalogadas como patrimonio de la humanidad y, sin ningún género de duda, interesantísimas. Con respecto a los hoteles – las Kasbas – quiero incidir en que tienen muy buenos precios, son realmente impresionantes, y sin duda una gozada para ir a pasar unos días la mar de tranquilos. Allí se pueden alquilar coches o motos. Pero, volviendo a la economía, no veo muy claro de qué otras cosas viven. Es cierto que se montan grandes mercados, con lo que sobreentiendo que el trueque es allí aún hoy la base de las relaciones comerciales. También oí decir que una de las cuestiones importantes eran los dátiles. Supongo que la lana será otro. También tienen un comercio muy importante de fósiles, curiosamente. En todo caso, no he husmeado mucho en este sentido para enterarme mejor. Para este año intentaré desarrollar una labor más seria en este tema.

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